Son tiempos convulsos para la cultura en internet. El enfrentamiento entre creadores y consumidores de cultura que se ha potenciado artificialmente por la industria nos ha llevado a una absurda situación en la que muchos autores están más preocupados de los ingresos de sus distribuidoras y editoriales que de que sus creaciones lleguen efectivamente a sus seguidores.
No me entra en la cabeza que un escritor de éxito se obsesione con los libros que vende en papel más que con la gente que le lee, no entendiendo que cuanta más personas disfruten de su obra más rendimiento económico obtendrá siempre que encuentre el modelo de consumo adecuado a estos tiempos.
Hay escritores que entran en pánico viendo como su público descarga sus libros en torrents en lugar de exigir a sus editoriales que potencien la venta de libros en formato electrónico a un precio justo.
O directores de cine y ministras de cultura que no se den cuenta de que la distribución de películas online con una buena calidad y a un precio equilibrado con los costes sería un éxito indiscutible o que quizás son ellos mismos y sus estrellas los que están disparando los gastos de producción hasta un nivel insostenible. No digamos ya en Hollywood, por ejemplo.
Y eso a pesar de que existe ya una red que va creciendo poco a poco donde se están integrando algunos creadores que se han dado cuenta de que pueden seguir viviendo de su trabajo siempre que se adapten. Por que siempre ha sido más fácil quejarse de la situación que nosotros mismos hemos creado que pensar en cómo adaptarnos a ella. Aunque luego soltemos perogrulladas tan falsas como que “Yo me debo a mi público”
Y sino que se lo pregunten al escritor Gomez Jurado (@JuanGomezJurado y La Piratería No Existe), a la gente de Traficantes de Sueños o a Alex de la Iglesia que ya ha iniciado ese viaje para dar la vuelta a conceptos absurdamente anclados en una época que hace años que se acabó.
Ojalá el mayor número posible de creadores de contenido estemos ya en este viaje. Será lo mejor para todos.
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